Aperitivo: El IFE y la Cámara Nacional de la
Industria de Radio y Televisión firmaron un convenio para procurar la
transmisión en todo el país del primer debate entre los candidatos
presidenciales. El IFE resaltó que el encuentro podría ser escuchado y visto en
todos los estados, al final todo se redujo a la buena voluntad de los
concesionarios, que siempre es muy poca.
De botana: Esto revela tristemente que en lo
que se refiere a procurar una democracia de mayor calidad, la participación de
todos los actores se reduce a estrictamente lo necesario. Los argumentos
(pretextos), traducen el cumplimiento de la ley a una interpretación medrosa
que se resuelve en mejor no hacer nada, si la ley no lo pide.
Entremés: Finalmente, se transmitió. Y hay
que subrayar que en materia de debates electorales la sociedad mexicana está en
pañales, el primero se realizó en 1994 y en un reloj que sólo marca sexenios el
avance es muy poco.
Entre semana: Todavía no es posible saber si
un debate en verdad modifica las tendencias, si será factor a considerar para
quienes todavía no deciden su voto; en las encuestas a bote pronto tras el
programa del domingo nada indica que sea así, el promedio de 25% de indecisos
del total de electores no se ha movido mucho.
Desemànce: Lo que sigue, y ahí sí hay
coincidencias acerca del efecto pos debate, es que habrá cambios en las campañas,
pero sólo en materia de spots, de discurso superficial. Los días siguientes
veremos las guerras de cifras, pero sobre todo peroratas acerca de quién es el
ganador.
Un vejigazo: Ruido suficiente como para
olvidar que la importancia de estos encuentros no reside en mostrar un ganador,
que se debería tratar de un intercambio de ideas, exposición de motivos y
defensa de posturas ideológicas, todo eso no fue y, al parecer, no lo será.
Una campechana: Rumbo al segundo debate
seguirán las negociaciones de los partidos para mantener un formato aburrido,
simplón, sin ritmo, en donde ante el acartonamiento de los actores (porque bajo
ese esquema funcionan los candidatos, a ese juego se prestan) lo único que
resta es centrar la atención en lo banal:
Un hidalgo: Cuando el debate podría ser un
elemento que permita enriquecer el criterio del elector, al final se vuelve en
la cháchara acerca del escote de la playmate que fungió como edecán, si Gabriel
Quadri perdió la mirada en el trasero de la auxiliar, la sonrisa congelada de
Guadalupe Juárez, si López Obrador hizo mal al mostrar una fotografía al revés,
los errores de producción resultado del formato acartonado que los mismos
partidos negociaron...
La del estribo: El tono soso de Vázquez Mota
o el "gran acierto" al decir que el país no puede ser gobernado por
alguien a quien se le debe revisar la tarea o el pésimo gusto de mencionar una
y otra vez el caso Paulette, que si Peña Nieto es congruente en imagen porque
comete los mismos dislates que en su presentación en la Feria del Libro de
Guadalajara o el "gran acierto" al revirarle a la candidata del PAN
que si no quiere revisar la tarea no la califique, o si el "ganador"
del debate fue el candidato de Nueva Alianza porque sí realizó propuestas.
La caminera: Hace varias elecciones un
partido nuevo intentaba alcanzar el porcentaje mínimo de votos para mantener el
registro, durante la campaña uno de los candidatos se dio cuenta que lo que
redituaba en notas informativas era el escándalo, a la pregunta sobre por qué insistía
en presentar iniciativas escandalosas y con poca sustancia en vez de sus
propuestas originales, respondió: "La gente quiere show, si digo cosas
profundas, nadie me pela, si hago ruido, todos voltean a verme".
La penúltima: Cada vez que pudo, Quadri acusó
a los otros de ser los políticos de siempre, los que "siembran el rencor,
siembran la discordia". Desde su posición de no tener nada que perder, de
ser un recurso desesperado de Nueva Alianza, es sencillo para este candidato
centrar su discurso en una sandez de ese tamaño, querer convencer a los
ciudadanos que él no es político y por eso hay que otorgarle un voto.
La última y nos vamos: Si el problema central
de la política nacional es la falta de compromiso con las tareas que implica el
servicio público, la representación popular, apostar a desmarcarse señalando
que se es ciudadano no sólo es una incongruencia, es simplemente vil.
Otra una: Reitero, parece lógico el interés
en lo banal, de nueva cuenta los candidatos perdieron la oportunidad de hacer
propuestas y se perdieron en los ataques, este argumento se ha repetido todas
las veces y se repetirá muchas más, pero no por la falta de interés de la
sociedad, no se trata de raiting...
Otra más: Que se trata de una expresión de
rechazo ante el absoluto desprecio por los ciudadanos que tienen los partidos
políticos al establecer reglas tan estrictas para no despeinar a los
candidatos, porque creen que el intercambio de ideas se trata de una contienda.
Sólo así se entiende que a estas alturas del partido sigan tratando al
electorado como niños.
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